He situado la figura de Abrahán en el relato del encinar de Mambré.
Abrahán y su esposa Sara acogen en su tienda a los tres viajeros, que son los enviados de Dios. Les dan comida: preparan pan y sacrifican un becerro.
Abrahán es, pues, el hombre que acoge a Dios en su tienda.
Los tres enviados comunican a Sara, una mujer ya mayor que no ha tenido descendientes, que tendrá un hijo y que su descendencia será tan grande como las estrellas del cielo, una imagen que corresponde a otro relato del libro del Génesis. Por este motivo, he pintado en la parte central de la bóveda un cielo lleno de estrellas, que representa al Pueblo de Dios.
Abrahán es el patriarca de las tres religiones monoteístas (judíos, cristianos y musulmanes) que comparten una gran parte de la Biblia.
He representado a su hijo Isaac en el momento de llevar la leña hacia el fuego del sacrificio. La escena del sacrificio de Isaac es muy dramática: ¿cómo puede un padre aceptar el sacrificio de su hijo? Sin embargo, también hay muchos padres que ven cómo sus hijos se sacrifican por alguna causa justa… Es un tema que siempre me ha hecho pensar mucho.
Cerca del fuego, y enredado en un arbusto, he pintado al carnero que finalmente sustituirá a Isaac en el sacrificio. Complementa la escena la figura de Rebeca, que será la esposa de Isaac, sentada junto al pozo.
Jacob duerme, y tiene como almohada la piedra de Betel, la piedra del lugar donde mucho más adelante se construirá el gran Templo. Sueña con una escalera que llega hasta el cielo, por la cual suben y bajan los ángeles.
Es una imagen de una gran belleza que nos muestra la conexión entre la vida terrenal y la vida espiritual.
Complementan esta escena las figuras de Raquel y Lía, esposas de Jacob.
