El crimen de Caín

Caín se irritó mucho y torció el gesto. Entonces el Señor le dijo:

—¿Por qué te has irritado y has torcido el gesto? Si hicieras lo bueno, podrías levantar la cara; pero como no lo haces, el pecado está esperando el momento de dominarte. Sin embargo, tú puedes dominarlo a él.

Un día, Caín invitó a su hermano Abel a dar un paseo, y cuando los dos estaban ya en el campo, Caín atacó a su hermano Abel y lo mató. Entonces el Señor preguntó a Caín:

—¿Dónde está tu hermano Abel?

Caín contestó:

—No lo sé. ¿Acaso es mi obligación cuidar de él?

El Señor le dijo:

—¿Por qué has hecho esto? La sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra. Por eso, quedarás maldito y expulsado de la tierra que se ha bebido la sangre de tu hermano, a quien tú mataste. Aunque trabajes la tierra, no volverá a darte sus frutos. Andarás vagando por el mundo, sin poder descansar jamás.

Entonces Caín respondió al Señor:

—Yo no puedo soportar un castigo tan grande. Hoy me has echado fuera de esta tierra, y tendré que vagar por el mundo lejos de tu presencia, sin poder descansar jamás. Y así, cualquiera que me encuentre me matará.

Pero el Señor le contestó:

—Pues si alguien te mata, será castigado siete veces.

Gn 4, 5b-15a