La sangre de Abel
Un día, Caín invitó a su hermano Abel a dar un paseo, y cuando los dos estaban ya en el campo, Caín atacó a su hermano Abel y lo mató. Entonces el Señor preguntó a Caín:
—¿Dónde está tu hermano Abel?
Caín contestó:
—No lo sé. ¿Acaso es mi obligación cuidar de él?
El Señor le dijo:
—¿Por qué has hecho esto? La sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra. Por eso, quedarás maldito y expulsado de la tierra que se ha bebido la sangre de tu hermano, a quien tú mataste.
Gn 4, 8-11