El Señor habló a Abrán en una visión y le dijo:

—No tengas miedo, Abrán, porque yo soy tu protector. Tu recompensa va a ser muy grande.

Pero Abrán le contestó:

—Señor y Dios, ¿de qué me sirve que me des recompensa, si, como tú bien sabes, no tengo hijos? Como no me has dado ningún hijo, el heredero de todo lo que tengo va a ser Eliézer de Damasco, uno de mis criados.

El Señor le contestó:

—Tu heredero va a ser tu propio hijo, y no un extraño.

Entonces el Señor llevó fuera a Abrán y le dijo:

—Mira bien el cielo y cuenta las estrellas, si es que puedes contarlas. Pues así será el número de tus descendientes.

Abrán creyó al Señor, y por eso el Señor le aceptó como justo.

Gn 15, 1-6