El diluvio

El diluvio duró cuarenta días.

Al subir el agua, el arca se levantó del suelo y comenzó a flotar. El agua seguía subiendo más y más, pero el arca seguía flotando. Tanto subió el agua, que llegó a cubrir las montañas más altas de la tierra; y después de haber cubierto las montañas, subió todavía como siete metros más. Así murió toda la gente que vivía en la tierra, lo mismo que las aves, los animales domésticos y salvajes, y los que se arrastran por el suelo.

Todo lo que en tierra firme tenía vida y podía respirar, murió. Solamente Noé y los que estaban en el arca quedaron con vida; los demás fueron destruidos: el hombre, los animales domésticos, las aves del cielo y los animales que se arrastran; pues la tierra quedó inundada durante ciento cincuenta días.

Entonces Dios se acordó de Noé y de todos los animales que estaban con él en el arca.

Hizo que el viento soplara sobre la tierra, y el agua comenzó a bajar; se cerraron las fuentes del mar profundo y las compuertas del cielo.

Dejó de llover, y el agua comenzó a bajar poco a poco.

Al cabo de ciento cincuenta días, el agua ya iba baja; y el día diecisiete del mes séptimo, la barca se detuvo sobre las montañas de Ararat. El agua siguió bajando, y el primer día del mes décimo ya se podían ver las partes más altas de los montes.

Gn 7, 17-8, 5