En la escena de Caín y Abel, un árbol seco contrasta con el árbol frondoso del paraíso de la bóveda anterior: la humanidad trabaja para sobrevivir después de haber transgredido la promesa del paraíso. La tierra labrada y el rebaño de corderos representan los primeros trabajos: Caín agricultor y Abel ganadero. Por envidia, Caín mata a su hermano y se llena del dolor de su pecado. Por este motivo he representado a Caín como un hombre que anda lamentándose y sufriendo su pecado. En el suelo, la silueta roja de Abel hace alusión a la frase bíblica: «la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra».
En la escena de la parte opuesta de la misma bóveda, Dios, decepcionado del ser humano, rehace la creación y salva a una pareja de animales de cada especie y también a Noé, el hombre que le ha escuchado, con su familia.
El fresco representa el arca de la salvación en el momento en que cesa el diluvio. Dos señales indican que se retoma la alianza con Dios: el arco iris y la paloma que vuelve con la rama de olivo, indicando que la tierra recupera la vida. Esta última imagen se ha extendido en todas las culturas como símbolo de la paz.
