Page 90 - Saberes y Raíces - Español 3
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4.   Lee el relato y comenta con el grupo qué opinas de él.



                                                         El fantasma provechoso

                  Un caballero rural tenía una vieja casa que era todo lo que quedaba de un antiguo monasterio o convento derruido, y
                  resolvió demolerla aunque pensaba que era demasiado el gasto que esa tarea implicaría. Entonces pensó en una estra-
                  tagema, que consistía en difundir el rumor de que la casa estaba encantada, e hizo esto con tal habilidad que empezó
                  a ser creído por todos. Con ese objeto se confeccionó un largo traje blanco y con él puesto se propuso pasar velozmente
                  por el patio interior de la casa justo en el momento en que hubiera citado a otras personas, para que estuvieran en la
                  ventana y pudiesen verlo. Ellos difundirían después la noticia de que en la casa había un fantasma.

                  Con este propósito, el amo y la esposa y toda la familia fueron llamados a la ventana donde, aunque estaba tan oscuro
                  que no podía decirse con certeza qué era, sin embargo se podía distinguir claramente la blanca vestidura que cruzaba
                  el patio y entraba por una puerta del viejo edificio. Tan pronto como estuvieron adentro, percibieron en la casa una lla-
                  marada que el caballero había planeado hacer con azufre y otros materiales, con el propósito de que dejara un tufo de
                  sulfuro y no sólo el olor de la pólvora.
                  Como lo esperaba, la estratagema dio resultado. Alguna gente fantasiosa, teniendo noticia de lo que pasaba y deseando
                  ver la aparición, tuvo la ocasión de hacerlo y la vio en la forma en que usualmente se mostraba. Sus frecuentes caminatas
                  se hicieron cosa corriente en una parte de la morada donde el espíritu tenía oportunidad de deslizarse por la puerta hacia
                  otro patio y después hacia la parte habitada.

                  Inmediatamente se empezó a decir que en la casa había dinero escondido, y el caballero esparció la noticia de que él
                  comenzaría a excavar, seguro de que la gente se pondría muy ansiosa de que así se hiciera. En cambio, no hacía nada al
                  respecto. Se seguía viendo la aparición ir y venir, caminar de un lado para otro, casi todas las noches, y siempre desvane-
                  ciéndose con una llamarada, como ya dije, lo cual era realmente extraordinario.

                  Al fin, alguna gente de la villa vecina, viendo que el caballero daba a la larga o descuidaba el asunto, comenzó a pregun-
                  tarse si el buen hombre les permitiría excavar, porque sin duda había allí dinero escondido. Pues, si él consentía en que
                  ellos lo cogieran si lo encontraban, excavarían y lo encontrarían aunque tuvieran que excavar toda la casa y tirarla abajo.

                  El caballero replicó que no era justo que excavaran y tiraran la casa abajo, y que por eso obtuvieran todo lo que encontra-
                  ran. ¡Eso era muy duro de tragar! Pero que él autorizaba esto: que ellos acarrearían todos los escombros y los materiales
                  que excavaran y aparecían los ladrillos y las maderas en el terreno vecino a la casa, y que a él le correspondería la mitad
                  de lo que encontraran.
                  Ellos consintieron y comenzaron a trabajar. El espíritu o
                  aparición que rondaba al principio pareció abandonar el
                  lugar, y lo primero que demolieron fue los caños de las chi-
                  meneas, lo que significó un gran trabajo. Pero el caballero,
                  deseoso de alentarlos, escondió secretamente veintisiete
                  piezas de oro antiguo en un agujero de la chimenea que
                  no tenía entrada más que por un lado, y que después tapió.
                  Cuando llegaron hasta el dinero, los ilusos se engañaron
                  totalmente y se maravillaron sin querer razonar. Por casua-
                  lidad el caballero estaba cerca, pero no exactamente en el
                  lugar, cuando se produjo el hallazgo, cuando lo llamaron.
                  Muy generosamente les dio todo, pero con la condición que
                  no esperaran lo mismo de lo que después encontraran.






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