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Dicho esto, y aparte de una igualmente sugestiva
           introducción, Vades-forte/Wadsworth no reclama
           como propio nada de lo escrito ni del
           conocimiento incluido. Al brindar la pericia de
           Colmenero bajo un seudónimo que le daba
           credibilidad como traductor del español,
           Wadsworth preservó el sabor exótico de la
           bebida que ofrecía a sus paisanos. Mientras que
           el tratado mismo recoge conocimientos
           extranjeros, las introducciones originales de
           Wadsworth abordan directamente a su nuevo
           público en términos familiares. Su introducción a
           la edición de 1652 califica a la bebida como un
           remedio universal para los consumidores
           británicos, prometiendo ayuda a “cada hombre y
           mujer, culto o iletrado, honesto o deshonesto”
           que pudiera permitirse los “razonables precios”
           del chocolate. Los beneficios de ingerir chocolate
           giran inventivamente alrededor de las promesas
           de reparación y vigor corporal.

           Por más que la traducción de Wardsworth
           anclaba sus conocimientos en el testimonio
           médico de primera mano de Colmenero, la
           letanía de enfermedades que justifica en el                         rate (n.): tasa
           prefacio tomar la cura de chocolate habla                   threat (n.): amenaza
           directamente de amenazas al cuerpo en
           Inglaterra alrededor de 1650. En un siglo de
           desaseadas ciudades, plagas (que llegaron a su
           culmen en 1665) y terribles tasas de mortalidad
           infantil, la necesidad médica del chocolate debe
           haber parecido aguda. Las aplicaciones del
           chocolate, aparentemente interminables, ofrecían
           una brillante estrategia de mercadotecnia para
           cualquiera que deseara beneficiarse de su
           comercio. Al mismo tiempo, crear una
           dependencia británica de esa medicina servía
           para justificar la presencia colonial del país en el
           Caribe, algo que los especialistas en la conquista
           trasatlántica no han omitido señalar.

           Para el momento en que, dos décadas después,
           los franceses aparecieron para capitalizar la
           medicina del chocolate, el exotismo y la moda
           eran criterios de marca más importantes para el
           chocolate que su aplicación médica. Cerca de
           1670, el autodescrito mercader-comerciante
           francés Philippe Sylvestre Dufour publicó



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