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7. Lee el siguiente texto y completa cada frase subrayando la opción correcta.
María Josefa Ortiz de Domínguez: esposa, madre y Benemérita de la Patria mexicana
(1773-1829)
[…] Una guerra civil como la que inició en la Nueva España aquel domingo 16 de septiembre de 1810 culminó el 27 de sep-
tiembre de 1821 con la entrada del Ejército Trigarante a la Ciudad de México. En medio del repique de campanas, de la ale-
gría de vivas entusiastas a los 16 mil soldados y oficiales del primer ejército nacional, las mujeres, por entonces la mitad de una
población de cerca de 5 o 6 millones de habitantes de la postrera Nueva España, participaron jubilosamente después de vivir
los agitados y difíciles años que prepararon el nacimiento del México independiente. De 1808 a 1821, las mujeres en el Reino
de la Nueva España se liberaron del estrecho papel asignado al sexo femenino por una sociedad patriarcal.
[…] ante la violencia desatada en las ciudades, villas, alquerías, ranchos, haciendas, minas y hasta en el interior de los ho-
gares, en 1810, las mujeres novohispanas reaccionaron con energía y convicción, tomaron decisiones inteligentes y ocu-
paron el lugar de los hombres que luchaban, ya en las fuerzas realistas o en las partidas insurgentes.
[…] Entre los pocos nombres que la historia del siglo XIX y XX recogió figuran dos conspiradoras: María Josefa Ortiz de Do-
mínguez (1773-1829) y Leona Vicario (1789-1842). Centraremos nuestra mirada en la primera de ellas, a pesar de la es-
casez y confusión de los datos existentes sobre Josefa: nombre, lugar y fecha de nacimiento distintos según la fuente.
[…] María Josefa era hija de un capitán del Regimiento de Morados, Juan José Ortiz (otros le llaman Pedro), y de Manuela
Téllez Girón, quienes murieron cuando ella era pequeña. Se hizo cargo de Josefa su hermana María Sotero, quien le ayu-
dó a solicitar su ingreso al Colegio de San Ignacio o de Vizcaínas en 1789.
Relata Francisco Sosa que un día el licenciado Miguel (Ramón Sebastián) Domínguez (1756-1830) fue a visitar el Colegio y
quedó prendado de la belleza de Josefa. La solicitó en matrimonio, obtuvo su consentimiento y contrajeron nupcias en el Sa-
grario Metropolitano de la Catedral de México como aparece en el libro Matrimonios secretos, el 24 de enero de 1793.
Don Miguel era viudo y tenía dos hijas de su primer matrimonio, al casarse por segunda vez tenía 37 años y Josefa 20; con
ella tuvo 12 hijos, cuatro varones y ocho mujeres, entre ellos: José, Mariano, Miguel, Ignacio, Micaela, Juana, Dolores, Ma-
nuela, Camila, Mariana y José el chico.
[…] desde el 14 de septiembre [Josefa] había enviado a una de sus hijastras a acompañar al padre José María Sánchez, uno de
los conspiradores, a ver al capitán Joaquín Arias e insistirle que diera principio a la revolución en Querétaro, sin saber la corre-
gidora que Arias, desde el 10 de septiembre de 1810, había denunciado la conspiración ante el alcalde don Juan Ochoa. Arias
comunicó a Ochoa el recado de Josefa y el alcalde ordenó aprehenderla a ella, a su marido y a los demás conspiradores. A don
Miguel lo encerraron en el Convento Franciscano de la Cruz y a Josefa en el Convento de Santa Clara.
Pronto el Corregidor y la Corregidora salieron de su prisión […] Don Miguel no volvió a mezclarse en la lucha independien-
te; en cambio, Josefa continuó apoyando la causa, enviando y recibiendo comunicaciones de los insurgentes y reunién-
dose secretamente con ellos.
En 1813, el virrey Félix María Calleja envió al canónigo José Mariano Beristáin a Querétaro para que le informaran sobre
la situación de la ciudad. Beristáin le exigió a Calleja que aprehendiera a la corregidora porque era “una Ana Bolena”.
Beristaín, en su informe al virrey Calleja, advirtió: “y hay finalmente algún otro agente efectivo, descarado, audaz e inco-
rregible, que no pierde ocasión de inspirar odio al rey […] y tal es Sr. Exmo. La mujer del Corregidor de esta ciudad”.
Por haber continuado apoyando a los insurgentes, Josefa fue enviada presa a la Ciudad de México en el año 1813. […]
Doña Josefa sufrió mucho en el camino a México, separada de su esposo y de sus hijos. En Huehuetoca fue alojada, sin
miramiento alguno, en el cuartel, y sobornó a los soldados para que le dieran algo de comer. Al llegar a la Ciudad de Mé-
xico se le acusó de haber conspirado antes de 1810 y de escribirse con el licenciado Ignacio López Rayón. […]
Siempre mostró dignidad y una ética incorruptible. También [Francisco Sosa] relata que cuando doña Josefa supo de la
masacre de la Alhóndiga de Granaditas, el nefasto 28 de septiembre de 1810, escribió a don Miguel Hidalgo para repro-
bar lo sucedido con energía, y haciéndole ver que esos medios no debían emplearse.
Fuente: Guadalupe Jiménez Codinach, “María Josefa Ortiz de Domínguez: esposa, madre y Benemérita de la Patria mexicana (1773-1829)”,
en Patricia Galeana et al., Mujeres protagonistas de nuestra historia, pp. 17-27 (fragmento).
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