Page 67 - @ccess 2 Reader´s Book
P. 67

Mi abuela y yo pasamos noches interminables en la mesa,
           con el samovar al centro, bebiendo una taza de té tras
           otra, comiendo dulces y pays y, desde luego, hablando sin
           parar.

           No nos preocupaba la cafeína, beber litros de fuerte té
           negro justo antes de acostarnos (no he interiorizado
           todavía el hecho de que el té puede mantenerte despierto,
           y siempre bebo un té fuerte antes de acostarme, pese a lo
           cual duermo profundamente cada noche), ni nos
           preocupaban las calorías extra (era demasiado joven para
           preocuparme por mi figura, y mi abuela demasiado vieja
           para tomarse la molestia de pensar en eso).

           En Rusia, tomar té implica más que consumir un líquido
           cafeinado. Es una obligación servir esta bebida en
           compañía de bocadillos, sea mermelada hecha en casa,
           miel o uno de los muchos dulces rusos: galletas de
           jengibre, caramelos o chocolates, finos y crujientes
           waffles, diminutos anillos de pan duro espolvoreados con
           semillas de amapola, chocolates llamados “ptichye
           moloko” (literalmente “leche de pájaro”, el relleno de esos
           chocolates evoca una mezca de jalea y malvaviscos) o
           una rebanada de pastel de miel en capas, “medovik”.

           Nadie en Rusia sirve solo té simple. Terminé por lamentar
           un poco esta costumbre cuando crecí y empecé a
           preocuparme por las calorías extra.





































                                                                                                              67
   62   63   64   65   66   67   68   69   70   71   72