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Lenguaje y comunicación
Lección 13. ¡Seamos divulgadores!
Saberes Hola de nuevo, queridos homo sapiens.
Lograr que todas las personas comprendan temas científicos no es cosa fácil, sin embargo, muchos investigadores
de las ciencias se han dado a la tarea de “traducir” temas complejos para públicos no expertos y de diversas edades y
contextos. ¿Sabes cómo logran hacerlo? ¿Qué harías tú para explicarle a un estudiante de 1° o 2° de primaria cómo
ocurre la fotosíntesis o algún tipo de metamorfosis, cómo pasan los nutrientes de los alimentos a la sangre o cómo se
forman las nubes? ¿Qué aspectos piensas que deberías tener en cuenta?
1. Lee con un compañero el siguiente texto.
¡A mí me encantan las ciencias! Pero, la verdad, a veces me cuesta entenderlas.
Creo que por eso me gustan las revistas de divulgación, pues explican todo
facilísimo. Eso sí, sé que dejan fuera muchos detalles que sólo un experto
podría comprender; pero también sé que a veces buscan darle la vuelta a
lo complejo y usan recursos como la comparación para que los lectores
podamos entender. ¿Lo has notado?
Pásele a la cocina
Cuando estoy escribiendo un artículo para ¿Cómo ves? a veces me siento como un chef que prepara elaborados platillos
en un restaurante; por ejemplo, unas pechuguitas de pollo a la cordon bleu. Mi trabajo consiste en seleccionar texturas
y sabores variados y luego combinarlos ingeniosamente para cautivar las papilas del comensal. […]
En esta metáfora culinaria en la que el divulgador es un chef, ¿qué vendría siendo la ciencia? ¿Qué sería el científico? Si el
divulgador es el chef y su artículo las pechuguitas preparadas, la ciencia y el científico son… el pollo.
No les cuento la que se armó cuando una amiga historiadora compartió mi metáfora del pollo en su cuenta de Facebook.
“Qué arrogancia tratar así a quien hace el trabajo”, me dijeron. La confusión viene, sin duda, de creer que la divulgación
de la ciencia es la ciencia (o peor: la ciencia, pero diluida). No lo es, igual que preparar platillos con pollo no es lo mismo
que criar gallinas. Son actividades relacionadas, pero muy distintas. […]
Primero, unas palabras sobre cómo no hacerle. […] “Antes de lanzar la revista [y después también, añado yo] recibimos
muchos artículos escritos como si fueran cuentos.” […] Sin embargo, los cuentos […] dejaban mucho que desear: “Los per-
sonajes solían ser profesores y estudiantes, o niños entusiastas y sus muy sabios padres, o bien estudiantes con una asom-
brosa dedicación a algún campo de la ciencia.” O sea, personajes y situaciones francamente poco creíbles. “Otros autores
utilizaban lo que ellos pensaban que era un lenguaje de adolescentes.” […] “¿Funcionaría algo de esto? ¿Lograríamos así
interesar a los jóvenes?” […] “La verdad es que nunca lo averiguamos.”
Y nunca lo averiguamos porque ni siquiera lo intentamos: ya sabíamos que eso no funciona. Imitar el habla de los ado-
lescentes (o peor: lo que el autor se figura que es el habla de los adolescentes) es una falta de respeto a la inteligencia
de esos lectores, un gesto de paternalismo. En cuanto al “enfoque de cuento” […]: “Los artículos no eran ni buenos cuen-
tos ni buenos textos de divulgación científica. Más bien parecían medicinas disfrazadas de dulces, y eso no iba a engañar
a nadie.” […] En divulgación, empero, las historias tienen que ser reales: historias de las personas que participaron en las
investigaciones científicas, o anécdotas personales del autor que sirvan de gancho para introducir el tema o aclarar ideas.
Fuente: https://www.comoves.unam.mx/numeros/articulo/301/pasele-a-la-cocina (Consulta: 18 de mayo de 2024) (fragmento).
a) Comenten qué opinan de la alegoría sobre la divulgación de la ciencia y la preparación de un platillo.
b) Discutan lo que piensan sobre “las medicinas disfrazadas de dulces” y la imitación del lenguaje de los adolescentes.
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